17 abril, 2024

Errores que Ponen en Riesgo Vuestra Economía al Organizar la Boda

Solemos asociar las bodas con el amor, con el compromiso, con la fiesta o con compartir un día feliz con la familia y los amigos. Pero se nos suele olvidar algo importante: el dinero. 


Y es que una celebración de este tipo cuesta dinero, normalmente mucho. Tanto que si se toman malas decisiones, la boda puede poner en peligro la estabilidad económica de la pareja, tanto a corto como a medio plazo. 


Para que no os ocurra a vosotros a continuación comparto con vosotros algunos errores que se suelen cometer a la hora de organizar la boda y que pueden suponer un riesgo para vuestra economía.


Errores que ponen en riesgo vuestra economía la organizar la boda


Pensar en aparentar, en el postureo, antes que en lo realmente importante. Cuando lo único que se busca es dejar con la boca abierta a los demás, en ser envidiados o en conseguir viralizar la boda en redes sociales es muy fácil gastar (mucho) más de la cuenta para lograrlo. Y lo fundamental a la hora de celebrar el matrimonio es el amor que os tengáis, el compromiso que adquiráis como pareja y compartir el momento con las personas verdaderamente importantes para vosotros. 


 No hablar de vuestra situación económica antes de comenzar a organizar la boda y de cómo queréis enfocarla económicamente. Es fundamental que ambos estéis de acuerdo en cuánto y en qué vais a gastar vuestro dinero, porque al fin y al cabo os afecta a ambos. 


Pareja tomada de la mano mientras toma un café, ella luciendo un anillo de compromiso


 No establecer un presupuesto realista y más bien conservador. Debéis analizar cuál es vuestra situación económica presente y futura, para decidir cuánto os podéis gastar sin que os suponga un quebranto del que os puede costar recuperaros. 


 No respetar el presupuesto que os hayáis propuesto. Y es que no sólo hace falta definir lo que vais a gastar, sino seguirlo al pie de la letra, sin desviaros pase lo que pase. 


 Dar por hecho que vuestros padres van a hacerse cargo de muchos de los gastos de la boda y que su aportación no tendrá límite en cuanto a cantidad. Es de suma importancia que lo habléis con ellos de forma directa y honesta, pero también lo es tener en cuenta su situación financiera y respetar su decisión, sea la que sea. 


 Pensar que vais a financiar la boda con el dinero que os vayan a regalar los invitados con motivo de la boda, porque eso no va a ocurrir. Habrá asistentes que cubran con creces su cubierto, mientras que otros contribuirán con cantidades menores o que os harán un regalo que no consista en dinero. Además, debéis tener presente que los gastos van mucho más allá del cubierto. Las invitaciones, el vestuario, los complementos, el ramo y el prendido, la decoración, los detalles que se entregan como recuerdo y otros gastos son casi tan importantes como los del banquete en sí y también hay que hacerles frente. Aunque es cierto que el número de invitados tiende a disminuir notablemente en las bodas actuales, lo cierto es que el gasto final es prácticamente el mismo que hace unos años por el incremento de los precios y por la complejidad y especialización que requieren la mayoría de parejas. 


 Utilizar todos los ahorros o el fondo que tengáis para emergencias para la celebración y el viaje de novios. Aunque os haga mucha ilusión tener una boda de cuento de hadas, quedaron sin un colchón financiero para hacer frente a necesidades cruciales o a imprevistos es un tremendo error. La celebración os supondrá un día de felicidad, pero la tranquilidad económica a medio plazo no tiene precio. 


Mujer sosteniendo un tarro con ahorros


 Pedir un crédito, sobre todo si es uno de los que son destinados al consumo, para hacer frente a los gastos de la organización. Los motivos para no hacerlo son los mismos que para no recurrir a todos los ahorros. 


 No valorar la posibilidad de posponer la boda o que sea lo más íntima y sencilla posible si vuestra situación financiera no es la adecuada. Aunque os desilusione, retrasar la boda hasta que vuestra economía pueda resistir lo que supone este tipo de eventos os evitará muchos quebraderos de cabeza. 


 No llevar el control de los gastos de manera exhaustiva. Es vital que llevéis un apunte de todos los pagos que vayáis haciendo a lo largo de la organización, hasta el más pequeño. También es conveniente apuntar la fecha y la cantidad de los plazos que tengáis que ir pagando a los proveedores, para comprobar que los realizáis en fecha y que tenéis fondos disponibles para hacerles frente.  


 No abrir una cuenta bancaria destinada únicamente a los pagos de la organización de la boda, así como contratar una o dos tarjetas de débito (mejor que de crédito) asociadas a dicha cuenta. Unificar en una cuenta todo lo que conlleva la celebración os permitirá llevar un control absoluto de gastos e ingresos, desde los pagos a los proveedores a las compras, pasando por las cantidades que os transfieran los invitados como regalo. 


 No tener en cuenta los gastos que suelen pasar desapercibidos a la hora de organizar la boda. Como las tasas a pagar en caso de que se trate de una ceremonia civil (no siempre lo requieren) o la cantidad que piden en muchas parroquias para la ceremonia religiosa, las invitaciones o el resto de papelería, el maquillaje y el peinado (y sus pruebas), la manicura, los posibles arreglos del vestuario de ambos, las alianzas, las dietas o desplazamientos de los proveedores, las propinas... Estos detalles pueden llegar a sumar miles de euros, por lo que no se pueden despreciar. 


 No incorporar al presupuesto los gastos postboda: la sesión de fotos, el álbum de fotos, las tarjetas de agradecimiento, las invitaciones o actividades postboda con los invitados o con aquellos que no han podido asistir, la tintorería y conservación del vestido...


Álbum de fotos de boda


 No planificar todo meticulosamente y no hacerlo con tiempo suficiente. Planear y programar cada detalle relacionado os permitirá haceros con el control de la boda, incluidos los gastos. 


 No elaborar una lista de invitados razonable y realista. Lo primero que deberíais tener en cuenta es el presupuesto, luego el tipo de boda y después el número de asistentes. Os pongo un ejemplo: una pareja con un presupuesto de 18.000 euros, que desean una celebración íntima, pero exclusiva. En este caso, tendrían que hacer un cálculo de lo que quieren gastar en cada invitado, así como en el resto de partidas generales, y de ese modo sabrán a cuántos invitar para cumplir tanto con el presupuesto como con sus expectativas. Y si quisieran una lista más numerosa, lo único que tendrían que hacer es recortar en exclusividad o buscar opciones más económicas. 


 No evitar en la medida de lo posible los servicios y artículos que tengan la etiqueta "para bodas". El hecho de que haya algo destinado específicamente para este tipo de eventos suele significar un coste añadido. El mismo servicio para un cumpleaños, una fiesta de empresa o una simple reunión de amigos suele ser algo más barato. Por ejemplo, si se trata de una celebración íntima, en lugar de pedir presupuesto para el espacio y/o el catering para una boda, hablad con el proveedor de una reunión familiar. O si vais a buscar artículos para la decoración, acudid a establecimientos genéricos, en lugar de hacerlo únicamente en aquellos especializados en el sector nupcial. Y lo mismo sucede a la hora de reservar el viaje de novios. Eso sí, los profesionales especializados en boda suelen tener mucha experiencia y recursos, lo que justifica un coste superior, así que es a vosotros a los que os toca decidir. 


 No negociar con los proveedores. Evidentemente habrá algunos servicios o artículos con los que no podréis negociar, porque tienen un precio tasado, pero habrá otros con los que sí. Podéis pedir descuentos, rebajas y otros extras que puedan abaratar los costes. Aunque también os recomiendo que seáis razonables, ecuánimes y respetuosos a la hora de intentar llegar a un acuerdo. 


Negociación


 No pedir presupuesto a varios proveedores para elegir el que más os convenga, teniendo en cuenta precios y condiciones. 


 No leer detenidamente las propuestas de los proveedores, analizando la descripción de los servicios o de los artículos que vais a adquirir, el precio unitario y el total, lo que está incluido y lo que no, los plazos de ejecución o de entrega, la forma de pago, las penalizaciones...


 No solicitar un presupuesto claro y completo a todos los proveedores con los que vayáis a trabajar. Si no lo hacéis os podéis encontrar con gastos añadidos o con la necesidad de contratar a otro profesional que cubra aquello que no os va a proporcionar el primer proveedor y que dabais por hecho. 


 Sobrecargar la boda en todos los sentidos: número de invitados, días de celebración, actividades, decoración, animación, detalles... Es mejor tener una celebración más íntima y sencilla, que una excesivamente compleja que ponga en peligro vuestra economía. 


 Pensar que la única opción es la compra, sin tener presente el alquiler. Aunque hay algunos artículos que es más rentable comprar, conviene que valoréis la posibilidad de alquilar otros. 


 Comprar demasiadas cosas o hacerlo mal. Para evitarlo no tenéis más que planificar lo que vais a necesitar realmente, comparar la oferta de diferentes proveedores, decidir qué debéis adquirir, hacer una lista de todo ello y seguirla al pie de la letra. 


Bolsas


 Dejar las compras, sobre todo las más costosas e importantes para el último momento. Si se acerca la fecha del evento y hay artículos que no habéis adquirido todavía, es muy probable que lo hagáis de forma precipitada, sin llevaros lo que realmente necesitáis, con una calidad inferior y con un precio mayor. 


 Pensar que todo lo que sea DiY no tiene coste. Hay proyectos hechos a mano que pueden resultar mucho más caros que los comprados. Valorad cuánto os supondrá llevar a cabo ese DiY en dinero, tiempo y esfuerzo y si os compensa.  


Ya sé que poner en práctica estos consejos no es fácil, porque las presiones externas son muchas y de que pesa la ilusión de tener una boda de ensueño, pero es imprescindible llegar a un punto medio en el que tengáis una celebración inolvidable y no pongáis en riesgo vuestra economía. 



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10 abril, 2024

Consejos e Ideas para Organizar una Boda Medieval

Elegir el estilo medieval para una boda no es algo habitual, pero lo cierto es que hay parejas que lo hacen, especialmente cuando vuelven a ser tendencia porque hay alguna serie o película que revive esta época o si hay alguna celebrity que luce un vestido de novia que recuerda a la Edad Media o tematiza la celebración en esta etapa de la Historia. 


Y la Edad Media es una época de lo más larga y diversa, porque abarca desde el 476 d.C. y llega hasta la Edad Moderna, que se considera que comienza en 1492. Y a pesar de que la conocemos como Edad Media, realmente estuvo compuesta por 3 etapas: la Temprana Edad Media, la Alta Edad Media y la Baja Edad Media. Y los estilos artísticos fueron también unos cuantos, porque abarca el bizantino, el románico, el hispanomusulmán (en España) y el gótico. Así que hay mucho entre lo que escoger a la hora de inspirarse en esta etapa.


Si es una temática que os llama la atención, damas y caballeros, en este post vais a encontrar consejos e ideas para organizar una boda medieval. ¿Me acompañáis?


Consejos e ideas para organizar una boda medieval


La decisión sobre el estilo


Antes de nada debéis decidir qué tipo de boda medieval deseáis. Puede ser totalmente fiel a esa época, casi como si fuese una recreación histórica o una producción cinematográfica. O puede ser una boda que se inspire sutilmente en la Edad Media, adaptándola al gusto contemporáneo. Es una elección fundamental, porque tanto la organización como el diseño dependen de ella.


 En el caso de las celebraciones que intentan recrear esta época de una forma más o menos fiel, debéis tener presente que conllevan ciertas dificultades. Necesitáis un escenario adecuado, para que la boda no parezca fuera de lugar. Los proveedores tienen que estar especializados en esta época, desde el vestuario hasta la decoración. Los invitados no siempre van a comprender ni apreciar esta temática tan marcada. Por otro lado, si queréis que los asistentes (e incluso el personal que trabaje en el evento) lleve vestuario de la época, podéis encontraros con cierta resistencia. Pensad que no a todas las personas les gusta disfrazarse. Estos atuendos tienen un coste añadido. Y en caso de que finalmente se caractericen, os podéis encontrar con trajes que quizás no os agraden, porque no hay uniformidad en cuanto a estética o calidad, y puede que no todos tengan claro lo que significa Edad Media y que aparezcan con atuendos de otras épocas. 


 Si deseáis una boda sutilmente medieval, es imprescindible no cargar las tintas e interpretar el estilo con mesura y buen gusto, algo complicado cuando se trata de un estilo muy marcado y poderoso. 



La inspiración


 La pintura, la escultura o la arquitectura de la Edad Media os pueden inspirar para diseñar la boda, desde vuestro vestuario al más mínimo detalle de la decoración. 


 Las series con un cierto aire medieval también pueden ser una buena fuente de ideas que aplicar en vuestro evento. 


 La música y el teatro también os pueden llevar con la imaginación a esa etapa, así que siempre podéis recurrir a ellos. 


 También es una buena idea bucear en los mitos y leyendas medievales. 


El espacio


 En el caso de las celebraciones de tipo medieval el espacio es fundamental, porque si no se elige el adecuado, el resultado final terminar pareciendo una película de serie B de los años 70. 


 Los espacios más adecuados son de dos tipos: edificaciones o naturaleza. En el caso de las construcciones, los castillos, castros, antiguos palacios, pazos de la época, iglesias desacralizadas (en las que ya no hay culto), casas rurales de piedra, algunas bodegas con historia o ciertas fincas son perfectos para bodas de este estilo. Los parajes naturales como bosques y jardines también pueden ser escenarios ideales.



El vestuario


 La novia puede elegir un vestuario propio de la época, respetando al máximo sus características. Eso significa renunciar al color blanco, puesto que el rojo junto con el dorado eran los más utilizados por las novias de la nobleza, así como el azul, el púrpura y el amarillo. Los tonos tierra, el gris y el negro también pueden formar parte de los vestidos de novia, en su versión más rústica. 


 Los escotes cuadrados, las mangas largas y con vuelo desde el codo a la muñeca o las abullonadas, los corpiños atados con cintas, así como las faldas largas y fluidas suelen ser algunos de los detalles que solemos asociar con esta etapa, aunque hay otros como sayas, briales, gonetes o basquiñas.


 Si no queréis una tematización total, la novia puede ir vestida con un vestido blanco o marfil con un diseño con aire medieval o incluso con uno actual. 


 El novio puede ir vestido con las prendas tradicionales en la época como sayas, sayos, jubones, capas o capotes, calzas, etc. 


 Por supuesto, también puede llevar una casaca, chaqueta o chaleco largo que únicamente le aporte un toque que se acerque a la temática o incluso un traje actual. 


El peinado y el tocado


 Las novias en la Edad Media llevaban la melena suelta, como símbolo de pureza y virginidad, por lo que puede ser un peinado perfecto para esta clase de bodas. Las ondas sueltas son muy favorecedoras y encajan a la perfección con la imagen que todos tenemos de mujer del Medioevo. 


 Las trenzas completas o en semirrecogidos también son una buena elección. 


 Las coronas de flores, las tiaras o diademas con aspecto artesanal o antiguo, las peinetas metálicas o las cintas son el complemento perfecto para estos peinados. 



La ceremonia


 Las bodas inspiradas en el Medioevo admiten rituales que se practicaban en las bodas de esa etapa histórica como la entrega de arras o la velación. Y ambos se pueden poner en práctica tanto en bodas civiles o simbólicas como católicas. 


 También se pueden realizar ritos de origen celta como la unión de manos o handfasting, así como cualquier otro que tenga simbolismo y que encaje con este estilo y época. 


 Si vais a optar por una boda religiosa, una ermita, iglesia o catedral de estilos románico o gótico serían un escenario perfecto para daros el sí, quiero


La decoración


 Para conseguir una celebración medieval hay claves infalibles: el color, los materiales, la iluminación y la vegetación.


 En cuanto a los colores, estos deberían ser preferentemente oscuros y/o profundos. El negro, el gris, los colores tierra y los tonos de piedras preciosas funcionan a la perfección. Aunque en la época el azul era un color muy nupcial, así como el rojo o incluso el amarillo. Los tonos de metales como el oro o la plata también son ideales para complementar al resto de colores y aportar un punto lujoso y ceremonial. También se pueden complementar con tonos claros para aportarles frescura y ligereza. 


 Los materiales deberían ser naturales, como la piedra, la madera, el metal, los tejidos que parezcan sin tratar y también los muy lujosos (sedas, brocados...), la cestería, etc. 



 La iluminación debe ser lo más parecida a la de esta etapa, por lo que velas, antorchas y hachones son imprescindibles. Colocad las velas en candelabros, candeleros, faroles metálicos y lámparas que simulen las que se usaban en el Medioevo. 


 En cuanto a la vegetación, debería estar siempre presente. Flores naturales o secas, follaje, espigas, frutas y frutos secos son las mejores elecciones. 


 Los tapices, escudos, banderines, baúles, braseros, redomas, marmitas,  y otros elementos decorativos propios de esta etapa son ideales para decorar. 


El banquete


 Podéis utilizar mesas colocadas en forma de herradura o incluso una sola mesa imperial, para inspiraros en los banquetes de la Edad Media. Decoradlas con caminos de mesa, tanto textiles como de flores, hojas o incluso frutas. Vuestras sillas pueden parecer pequeños tronos, para diferenciarlas de las demás. No os olvidéis de colocar velas en las mesas para completar el ambiente. Si queréis recrear al 100% estas celebraciones, os aconsejo que os documentéis para que conseguir que la decoración sea lo más fiel posible. 


 Los ágapes medievales eran muy copiosos y compuestos principalmente de carnes de cerdo, cordero, ciervo, jabalí, pavo, perdices, codornices, pichones o pato entre otras. Aunque también se consumían pescados como el bacalao, el arenque, la trucha, el congrio, la lamprea y también algunos mariscos. Por supuesto no podían faltar las verduras y las legumbres, así como el pan recién hecho. Las formas de cocinar eran principalmente el asado, la fritura, los potajes, sopas, salazones y escabeches. Podéis buscar recetas medievales o pedir a vuestro proveedor de gastronomía que adapte platos actuales a este tipo de cocina. 



 En cuanto a los postres, se comían pasteles, frituras dulces, almendras endulzadas, frutas y frutos secos. Si queréis servir tarta, os recomiendo una naked o que esté tematizada.  


 Las bebidas más habituales eran la cerveza, el vino, la sidra (tanto de manzana como de pera o perada), la hidromiel (fermentación de agua y miel), así que os recomiendo que los incluyáis todos o al menos alguno de ellos. Es importante que sean artesanos o lo más naturales posible. 


Los invitados


 Debéis informar a los asistentes del tipo de celebración con el que se van a encontrar, y para ello no hay nada mejor que las invitaciones. Procurad que su diseño refleje claramente que será de estilo medieval. 



 Si vais a exigir un dress code o código de vestuario, es necesario hacerlo con tiempo y con unas directrices claras. En cualquier caso, tened presente que habrá algunos que no lo respetarán o que declinarán la invitación por ello, y es una decisión que deberíais respetar. Podéis sugerir algunos proveedores en los que conseguir el vestuario que les pedís para comprarlos o alquilarlos les sea más fácil. 


 Los detalles para los invitados deberían tener una cierta coherencia con el tipo de celebración, aunque huyendo de objetos inútiles o de mal gusto. 


El entretenimiento


 Podéis incluir actividades y entretenimiento propios de las celebraciones de la Edad Media, como actuaciones musicales o de danza, actores que imiten a juglares o bufones, acróbatas, juegos, tiro con arco, imitaciones de justas, o luchas (estas tres últimas con todas las medidas de seguridad, por supuesto), photocall con accesorios que permitan a los invitados convertirse en caballeros y damas...



 ¿Y qué os parece la idea de elaborar una coreografía que recuerde a una fiesta medieval para abrir el baile y/o contratar a unos animadores que organicen bailes grupales para que luego os acompañen todos?


¿Os agrada la temática medieval para vuestra boda? Desde luego puede llegar a ser de cuento de hadas...



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